Resumen navideño o diario de un mal hijo.
Escribo esto a menos siete grados, el cielo está azul, y la nieve cubre el tejado de la casa de enfrente.
La navidad ha oficialmente terminado, un poco antes aquí, y tras el paso de los tres reyes magos en España también. Mi navidad ha sido cuanto menos atípica. Empezaré comentando la semana anterior a las vacaciones puesto q puede tener algo de relevancia en los actuales acontecimientos.
Creo q estoy con alguién, no tengo muy clara la relación q tenemos, pero de momento me encuentro apartado del mercado y me he encontrado con un regalo de navidad inesperado, lo cual es mucho más de lo q he podido decir hasta ahora en mucho tiempo. No me voy a explayar en este tema, puesto q no me siento cómodo hablando de ello, pero es mejor presentarlo ahora para futuras referencias.
El veintitrés se fue todo el mundo, dejandome Amberes para mi solito, la gente q fue descubriendo q no volvía a casa no se lo podía creer, recibí mensajes de aliento vía caralibro de mucha gente, pero la cosa es q no me importó demasiado, aquí siempre estoy rodeado de mucha gente, salgo mucho, tengo muchas cosas en la cabeza, y me apetecía estar solo, hacerme de comer tranquilo, dormir cuantas horas quisiera, tirarme un día entero enganchado al ordenador sin nada de lo q preocuparme, en fín disfrutar un poco de mi soledad, q ya me hacía falta.
Soledad q acabó con la llegada de mis amigos de España, Fran, Gillo, Naza, Roberto y Mariella, los tres primeros de Barbate, los últimos de Madrid, vinieron a hacerme compañía en estas fiestas tan señaladas.
La idea surgió un día en la playa, yo hablaba de mis erasmus, y tan pamplinosísimos como somos, a Nazaret se lo ocurrió decir q estaba harta de uvas y que quería tennine. Recordemos este término,
Tennine
(Del inglés, ten, nine, eight, seven...)
Dícese de pasar el fin de año en una ciudad extranjera, a poder ser anglófona, para hacer la cuenta atrás en vez de comer las doce uvas.
El tennine se convirtió rapidamente en uno de los temas de conversación más frecuentados. En un principio parecía poco realista, demasiado caro y extravangante, pero así somos nosotros derrochadores y más raros q nevar en agosto. Pocas planificaciones, y muchas fantasias, el veintiocho de diciembre fui a recogerlos a la estación de autobuses. Han sido siete días demoledores. Roberto es como David el Gnomo, siete veces más fuerte q tú, muy veloz, y siempre está de buen humor, y arrastrandonos por la diversa geografía centroeuropea de un lado para otro. Han sido siete días, siete días en los q hemos visto Amberes, Bruselas, Gante, Brujas, Amsterdam y París, y cuando digo "visto" quiero decir q no hace falta volver ("Ya no vengo más").
Las impresiones culturales y turísticas del viaje las dejo en el aire puesto q no me resultan demasiado interesantes y estoy viendo q me va a quedar el post más largo de mi vida. Así q sólo resaltaré con lo q me quedo del viaje: las pequeñas cosas.
-Dormir seis en dos camas y unos cartones.
-Risas desesperadas en la noche.
-Saltos en busca de secretos.
-La pérdida de todo el glamour de una persona.
-Cómo perder cincuenta euros y mearte con ello.
-Acosar y ser acosado en un tren.
-Morirte de frío, pero feliz.
-Morirte de frío hasta dejar de ser feliz.
-Hartarte del genio de la lámpara.
En realidad me está quedando bastante sosito, ya sabemos q mi memoria no da para más, y q encima tengo poca gracia contando cosas, así q... mejor q lo intente otro.